EL OPTOMETRISTA TE AYUDA A MEJORAR TU VISIÓN ESPACIAL

Martes, 25 Junio 2024 16:07

Sí… sé lo que estás pensando, y no, no es que vayamos a llevarte a dar una vuelta por la Luna ó por Marte, déjame explicarte.

            Una de las cosas más importantes para que nuestros antepasados hayan sobrevivido cuando aún vivíamos en cuevas era su capacidad para responder a los peligros, esta capacidad se basaba en gran medida en saber detectar dónde estaban los animales potencialmente peligrosos, calcular cuánto de cerca ó de lejos estaban para salir corriendo si era necesario, esto les permitía ser eficientes con el entorno y poder sobrevivir.

            A día de hoy, a causa de la evolución y a los cambios culturales, ni los bebés ni los adultos desarrollamos estas capacidades tan hábilmente como en el pasado. Esta capacidad se llama visoespacialidad ó visión en el espacio y nos permite orientarnos, calcular dónde están las cosas respecto a nosotros y entre ellas. Imagina cómo reaccionaba una persona ante la presencia de un león, rápidamente lo veía y pensaba por dónde escapar a la mayor velocidad posible, si el animal estaba lejos igual optaba por esconderse y esperar un poco más, etc.

            La visoespacialidad tiene mucha repercusión en los aprendizajes, por ejemplo la lecto-escritura tiene una base direccional y es indispensable saber el lado hacia dónde tienen las patitas las letras y para poder reconocer el sentido en el que van, tenemos que tener integrado en nosotros mismos de forma interna el lado hacia el que van, no es tanto saber el nombre derecha ó izquiera sino tener integrado el sentido del lado que es.

            En las etapas de desarrollo el bebé va creciendo y va alcanzando hitos en visoespacialidad como en otras áreas, a medida que van madurando sus estructuras cerebrales y se mielinizan.

            La primera etapa en visoespacialidad sería: “¿Cuál es mi tamaño y dónde estoy situado?” Ese es el momento en que se está desarrollando el sistema vestibular como GPS interno que nos da la posición de la cabeza, el equilibrio y la postura, es importante que el niño se mueva y que entre el tacto (sistema propioceptivo) en juego para crear el esquema mental del cuerpo. Al principio el bebé tiene movimientos descoordinados que irán a patrones controlados poco a poco. Si no permitimos al niño moverse con libertad en una superficie amplia (lo ideal es el suelo libre de peligros) y le tenemos constantemente en el cuco, la hamaca ó la cuna no podrá desarrollar el movimiento y se saltará fases de estimulación de tronco de encéfalo y demás estructuras importantes para su desarrollo. Permitamos que se mueva, pongámonos a su lado para estimularle con juguetes y sonajeros que llamen su atención. Luego el niño irá creciendo y será más y más eficiente en su postura y movimientos.

            La seguna etapa es el “¿Dónde están las cosas y cómo me relaciono con ellas?” El niño se desplaza ya libremente y puede poner en relación su tamaño y movimiento con el entorno, crea juicios espaciales con respecto a sí mismo, ya va teniendo una seguridad en las direcciones con respecto a sí mismo.

            La tercera etapa es el “¿Cómo se relacionan los objetos entre sí?” Aquí el niño desarrolla juicios espaciales más complejos: comparaciones de posición entre objetos, tamaño, forma, color,… comprensión de que cada ser es la brújula de su propio entorno.

            El niño entra en la cuarta etapa de la visoespacialidad cuando se hace más mayor y es el

“¿Cómo lo represento?” Consiste en la capacidad de representar objetos de tres dimensiones en un plano y las relaciones entre ellos, comprender los espacios, las direcciones y la posición de los objetos para poder representarlos en un dibujo. Por eso el dibujo nos dice tanto en el desarrollo infantil.

            Muy bien pero ¿cómo podemos los adultos detectar que los niños tienen una visoespacialidad poco desarrollada? Veamos algunos ejemplos de forma general:

  • Mal control de la postura
  • Mal equilibrio
  • Descoordinación general al caminar ó correr
  • A nivel visual movimientos oculares asociados de cabeza ó cuerpo que no consiguen inhibir
  • Dificultades para coger un balón que le tiran ó lanzarlo él mismo
  • No saber posicionar objetos en relación a otros
  • No comprender la geometría: tamaños, ángulos, formas…
  • Mala visualización
  • Mal orden en el folio: no respetar márgenes, tamaño de letra irregular, no colocar correctamente los dígitos en las sumas, restas,…
  • Inversiones de letras y/ó números
  • No saber traspasar figuras de tres dimensiones al plano

            Evidentemente todo esto tiene unas edades de normalidad. Por eso si vemos que el niño muestra alguno de estos signos seguramente le podamos ayudar mucho desde la optometría.

           Lo primero es hacer un exámen visual completo: tanto de la parte de eficacia visual (agudeza, graduación, enfoque, fusión entre ambos ojos y movimientos oculares) como de la parte de procesamiento de la información visual (integración bilateral, lateralidad, direccionalidad, análisis de las formas e integración visomotora y visoauditiva).

            Un exámen completo no es sólo ver la agudeza visual y si se necesitan gafas, eso sería como el 10% de lo que hay que examinar.

            El optometrista puede ayudar mucho a los niños a avanzar en su aprendizaje a través de ejercicios específicos que se realizan en la terapia visual optométrica, por ejemplo saltando en una cama elástica leyendo números a un ritmo determinado, se estimula el sistema vestibular a la vez que el visual y el propioceptivo. Existen múltiples actividades para aplicar en cada caso, por eso la terapia visual es totalmente personalizada.

            Cuando detectemos dificultades, observémosles y llevémosles al profesional que les puede ayudar, la sóla etiqueta nos puede hacer entender situaciones determinadas pero por sí sola no conlleva mejoría de las dificultades, en cambio las actividades dirigidas a las dificultades concretas sí lo hacen y los cambios positivos no se hacen esperar.

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